Una nueva dinámica de realismo diplomático

Movimiento saharauis por la paz es

La resolución 2797 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, adoptada por iniciativa de los Estados Unidos, marca un punto de inflexión importante en el asunto del Sáhara Occidental. Al dar prioridad a la búsqueda de una solución política, realista y pragmática, consagra la propuesta marroquí de autonomía de 2007 como base seria para el compromiso, rompiendo con las visiones rígidas del pasado.

Desde Bruselas, el enviado personal del secretario general de la ONU, Staffan de Mistura, resumió el espíritu del momento: «Ya no es hora de discursos, sino de negociaciones reales». Según él, una autonomía auténtica bajo la soberanía marroquí podría constituir la vía más viable hacia una solución definitiva.

La novedad reside en el cambio de interpretación del derecho a la autodeterminación, que ya no se considera una elección binaria entre la independencia o la anexión, sino un proceso gradual y concreto: una autonomía política efectiva, garante de la dignidad, la gobernanza local y la estabilidad regional. Este enfoque refleja la maduración de la diplomacia internacional, que busca pasar página tras cinco décadas de inmovilismo.

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El rey Felipe VI recibe al presidente de Mauritania, Ould Cheikh El Ghazouani

En este nuevo contexto, Mauritania emerge como un actor central. Mencionada en la resolución entre las partes consultadas por el Enviado Personal, se le confía un papel de estabilidad y mediación en el espacio saheliano-magrebí. País de neutralidad constructiva, fronterizo con el Sáhara y vinculado a él por la historia y la cultura, Nuakchot siempre ha defendido un enfoque pacífico e inclusivo.

Pero la implicación mauritana no se limita a la observación. En Zouerate se celebró el primer congreso del Frente Polisario, punto de partida de la reivindicación saharaui. Aún hoy, Mauritania sigue siendo un territorio de memoria y puentes, capaz de acoger el diálogo entre hermanos enemigos. En este contexto regional, el Movimiento Saharaui por la Paz (MSP) decidió organizar su congreso en las Islas Canarias, en un momento en que los estrechos vínculos entre el Polisario y el régimen de Mohamed Abdelaziz limitaban cualquier apertura política y frenaban la aparición de alternativas.

Bajo la presidencia de Mohamed Ould Cheikh El Ghazouani, la diplomacia mauritana ha ganado en coherencia y serenidad. El jefe del Estado supo reafirmar una línea basada en la confianza, el equilibrio y el diálogo inclusivo. Esta postura pragmática vuelve a situar a Mauritania como polo de estabilidad y puente entre el Magreb y el Sahel, capaz de dialogar en pie de igualdad con Rabat, Argel y las diferentes sensibilidades saharauis.

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El rey de Marruecos, Mohamed VI, y el  presidente de Mauritania, Ould Cheikh El Ghazouani.

La neutralidad mauritana, lejos de ser una posición de inmovilismo, puede convertirse en una palanca de acción. Como parte definida en la resolución 2797, Nuakchot tiene plena legitimidad para contribuir a la reactivación del proceso político. Su experiencia en materia de coexistencia comunitaria y mediación le permitiría proponer fórmulas de acercamiento y apertura.

En esta perspectiva, resulta esencial tener en cuenta las iniciativas que surgen sobre el terreno. Ahí es donde interviene el Movimiento Saharaui por la Paz (MSP), que desde hace cuatro años defiende un enfoque alternativo denominado «la tercera vía».

Creado por cuadros y militantes saharauis de diferentes generaciones, el MSP aboga por un compromiso realista que rompa con el radicalismo ideológico. Su creación respondió a la necesidad de una representación pluralista de los saharauis, tanto del interior como de los campos de refugiados y la diáspora.

Desde sus inicios, el movimiento ha tejido sólidos lazos con las fuerzas políticas mauritanas, en particular con el partido Islah, miembro de la mayoría presidencial. Ambas organizaciones se unieron a la Internacional Socialista durante el Consejo de Estambul de 2025, lo que demuestra la voluntad del MSP de inscribirse en un proceso democrático e institucional.

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El Movimiento Saharaui por la Paz organizó la III Conferencia Internacional para el Diálogo y la Paz en el Sáhara Occidental – PHOTO/ATALAYAR

En su conferencia de Dakar (septiembre de 2023), el MSP definió tres ejes principales:

1.⁠ ⁠Apoyar una autonomía auténtica que permita a los saharauis gestionar sus asuntos en un marco democrático dotado de competencias propias;

2.⁠ ⁠Garantizar la participación de todos los saharauis —del territorio, los campamentos y la diáspora— para asegurar la legitimidad del proceso.

3.⁠ ⁠Transformar el Sáhara Occidental en una zona de estabilidad y cooperación transfronteriza, motor de prosperidad compartida.

Su primer secretario, Hach Ahmed Baricalla, resumió entonces el espíritu del movimiento: «La paz no es una rendición, es una elección de dignidad. Queremos una solución en la que los saharauis puedan vivir libres, gobernar sus territorios, preservar su identidad y contribuir al desarrollo regional, con garantías internacionales».

Al reconocer la pertinencia de una autonomía «auténtica» con garantías internacionales, la resolución 2797 se alinea en parte con la lógica defendida por el MSP desde su creación. El movimiento saharaui se suma así a la corriente del realismo diplomático: sustituir la confrontación ideológica por una solución pragmática, equilibrada y beneficiosa para todos.

Esta convergencia abre la vía a un diálogo directo entre el MSP y las instancias de la ONU, con el fin de integrar la voz de la mayoría silenciosa de los saharauis, aquellos que rechazan tanto la resignación como el exilio. También consagra la legitimidad de nuevos actores civiles en el futuro proceso de negociación, más allá del monopolio del Frente Polisario.

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Intervención de Hach Ahmed Bericalla, primer secretario del Movimiento Saharaui por la Paz (MSP), durante la Cuarta Comisión de las Naciones Unidas – PHOTO/ATALAYAR

El plan defendido por el MSP responde a las exigencias sobre el terreno:

– garantizar la seguridad y la prosperidad de las poblaciones;

– asegurar las libertades democráticas y el pluralismo político;

– favorecer la reintegración socioeconómica de los refugiados;

– crear puentes de desarrollo entre Marruecos, Mauritania y Argelia.

Este enfoque concuerda con la visión de Staffan de Mistura: «Una autonomía auténtica y garantizada puede ser la base de una paz duradera». Ofrece a los saharauis la posibilidad de ser protagonistas de su futuro en un marco regional estabilizado y respaldado por la comunidad internacional.

Casi cincuenta años después de su retirada del territorio de Oued Eddahab y de los acuerdos de Madrid, Mauritania se enfrenta a una oportunidad histórica. La dinámica impulsada por la resolución 2797 le permite ejercer una diplomacia proactiva, capaz de articular la estabilidad regional y la iniciativa política.

El objetivo ya no es elegir un bando, sino transformar la retórica en acción, implicar a todos los componentes saharauis y consolidar la estabilidad del Magreb y el Sahel.

A través de Nuadibú, cruce marítimo y económico del norte de Mauritania, el país dispone de una palanca estratégica única. Situada en la confluencia del Magreb y el Sahel, rica en recursos mineros, logísticos y humanos, la ciudad puede convertirse en un modelo de cooperación transfronteriza y un laboratorio de coexistencia regional.

Apostando por la paz y el diálogo, Mauritania y el MSP pueden contribuir juntos a transformar el Sáhara Occidental en un espacio de estabilidad y prosperidad compartida, un puente entre el norte y el sur del continente africano, fiel al espíritu de realismo diplomático que ahora consagra la comunidad internacional.

https://www.atalayar.com/opinion/hamoud-ghaillani/nueva-dinamica-realismo-diplomatico/20251109105750220251.html





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