Don Nadie y la bohemia de la Pampa

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En algunas ocasiones, cuando se abre un debate público, surgen de la nada unos héroes en la sombra: francotiradores del anonimato, que sienten que el mundo entero debe escuchar sus sermones mientras se esconden tras un antifaz. 

Uno de ellos, ni corto ni perezoso, decidió responder a un artículo del primer secretario del Movimiento Saharauis por la Paz (MSP) publicado recientemente en La Provincia y Atalayar. Eso sí: en vez de rebatir ideas y hechos históricos recurrió al clásico “dispara al mensajero”.

Como toque tragicómico, se sumó a la refriega una bohemia argentina perdida en la Pampa. Nuestro personaje anónimo se presenta como portavoz oficioso del Polisario para contrarrestar unas críticas, a mi juicio muy suaves, sobre los orígenes de esta organización y la marginación sistemática que han sufrido los saharauis del territorio en litigio. 

Su necedad llega al extremo de reprochar a los periódicos por dar espacio a una opinión libre sobre hechos históricos verificables, pero — curiosamente no se atreve a pedirlo él mismo. Y no es extraño: ningún diario decente publicaría una réplica firmada por un “Don Nadie”. 

Sorprende que invoque el valor y ensalce la “dignidad del silencio” mientras hace oídos sordos a la amarga frustración de los saharauis autóctonos, quienes han debido enfrentar embustes celosamente guardados y atrocidades perpetradas por quienes él defiende. Víctimas inocentes —cientos de ellas, quizá hasta algún pariente de Don Nadie— se alzan como testigos mudos de esa verdad incómoda.

Tal actitud no es mero desliz: es complicidad que bordea la indecencia moral. La pregunta inevitable es: ¿qué le impide dar la cara? Tal vez “razones inconfesables” que acompañan a quienes viven cómodamente de la ambigüedad, esperando, quizá, algún beneficio arrimándose a algún apellido de cierta fama. 

De todos modos, es mucho más cómodo y rentable ser patriota de salón desde la distancia. El “patriotismo” entre cañas en Madrid, tapas en Andalucía o copas en Buenos Aires siempre resulta más sencillo y no implica riesgos ni sacrificios. 

Lo más absurdo, casi tragicómico, es que hoy cualquiera —un Don Nadie sin historia o una hippie argentina que pretende en Instagram encarnar al Che— se sienta con derecho a dictar lecciones de moral a quienes han enterrado a sus muertos, gastado sus fuerzas y consumido sus días en campamentos por una causa que ellos apenas distinguen en relatos ajenos o en imágenes de Google. 

Queda, al menos, la ironía de constatar que los que menos ponen en juego son siempre los que más vociferan. Y que aquellos sin nombre ni rostro rara vez logran inspirar credibilidad.

https://www.atalayar.com/articulo/politica/don-nadie-bohemia-pampa/20250830143244217771.html


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